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Black Sabbath "Headless Cross" (1989)


Black Sabbath y la Cruz Sin Cabeza: Un Capítulo Olvidado, "Headless Cross", lanzado en 1989, es un álbum que a menudo se pasa por alto en la discografía de Black Sabbath. Sin embargo, para muchos fans, representa un punto culminante en la era de Tony Martin como vocalista de la banda. Este disco es un testimonio de la tenacidad de Tony Iommi, quien, a pesar de los cambios de formación y las dificultades, mantuvo viva la llama de Black Sabbath.

El sonido de "Headless Cross" es denso y oscuro, con riffs de guitarra pesados y una atmósfera ominosa. La producción del álbum es pulcra y potente, permitiendo que cada instrumento resuene con claridad. La sección rítmica, con Cozy Powell en la batería, es sólida y contundente, proporcionando una base firme para las melodías vocales de Martin y los solos de guitarra de Iommi.

Tony Martin ofrece una actuación vocal excepcional en "Headless Cross". Su voz es potente y versátil, capaz de transmitir tanto la melancolía como la agresión. Martin se adapta perfectamente al sonido oscuro y épico del álbum, y sus letras, a menudo de temática oscura y misteriosa, complementan la música de manera efectiva.

Tony Iommi, como siempre, es el corazón y el alma de Black Sabbath. Sus riffs de guitarra son icónicos, y sus solos son melódicos y emotivos. Iommi demuestra una vez más su habilidad para crear música pesada y atmosférica, y su sonido distintivo es reconocible al instante.

"Headless Cross" recibió críticas mixtas en su lanzamiento. Algunos críticos elogiaron la calidad de la música y la actuación de la banda, mientras que otros criticaron la falta de originalidad y la producción excesivamente pulida. A pesar de las críticas, el álbum fue un éxito comercial moderado, alcanzando el puesto número 31 en la lista de álbumes del Reino Unido.

Con el tiempo, "Headless Cross" ha ganado reconocimiento como uno de los mejores álbumes de la era de Tony Martin. Los fans aprecian la oscuridad y la pesadez del sonido, así como la calidad de las composiciones y las actuaciones de la banda. El álbum ha sido reeditado varias veces, y sigue siendo un favorito entre los fans de Black Sabbath.

Las letras de "Headless Cross" exploran temas oscuros y misteriosos, como la religión, el ocultismo y la muerte. Martin utiliza un lenguaje poético y evocador, creando imágenes vívidas y atmósferas inquietantes. Las letras complementan la música de manera efectiva, añadiendo una capa adicional de profundidad y significado al álbum.

La instrumentación de "Headless Cross" es pesada y densa, con riffs de guitarra potentes, una sección rítmica sólida y teclados atmosféricos. La producción del álbum es pulcra y potente, permitiendo que cada instrumento se escuche con claridad. El sonido general es oscuro y épico, creando una atmósfera ominosa y envolvente.

"Headless Cross" generó cierta controversia debido a su temática oscura y sus letras provocativas. Algunos grupos religiosos criticaron el álbum por su supuesta promoción del satanismo y el ocultismo. Sin embargo, la banda siempre ha negado estas acusaciones, afirmando que sus letras son simplemente una forma de expresión artística.

Una curiosidad interesante sobre el álbum es la participación de Brian May, guitarrista de Queen, en el solo de guitarra de la canción "When Death Calls". La colaboración entre Iommi y May fue un momento destacado en la historia de Black Sabbath, y el solo de May añade una dimensión adicional a la canción.

"Headless Cross" es un álbum infravalorado en la discografía de Black Sabbath. Es un testimonio de la tenacidad de Tony Iommi y la calidad de la música de la era de Tony Martin. Si eres fan de Black Sabbath o del heavy metal en general, te recomiendo que le des una oportunidad a este álbum. ¡No te decepcionará!

Infernal War "Terrorfront" (2005)


Si hay un álbum que realmente dejó huella en la escena del blackened death metal a mediados de los 2000s, ese fue Terrorfront de Infernal War. Lanzado en 2005, este trabajo no solo nos ofreció un despliegue de furia sonora, sino también una dosis de polémica que seguiría marcando el rumbo de la banda en los años posteriores. Siendo un álbum que mezcla agresividad extrema con una atmósfera visceral y perturbadora, Terrorfront se convirtió en un referente para muchos fanáticos del género, pero no sin divisiones.

Desde el primer acorde, Terrorfront se sumerge en una atmósfera de caos total. Lo que hace que este álbum se destaque es su intensidad implacable. Infernal War, en este trabajo, no se anda con rodeos: es una máquina de guerra que no busca redención ni tregua. La banda se mueve entre el black metal, el death metal y el grindcore, creando una amalgama de sonidos que retumban con una fuerza demoledora. Pero lo que realmente se lleva la palma es la crudeza y la brutalidad de la instrumentación. La batería, extremadamente veloz y furiosa, no da descanso ni un segundo; las guitarras, siempre crujientes y punzantes, casi parecen ser lanzadas a la cara del oyente; y la voz rasposa y guttural de la banda tiene esa cualidad de rugir desde las entrañas, transmitiendo no solo odio, sino también desesperación. Es el tipo de álbum que te deja sin aliento después de escucharlo, porque sencillamente no da respiro.

Ahora bien, la recepción crítica fue un poco mixta en su momento. Para los fanáticos más hardcore del blackened death metal, Terrorfront fue un festín de brutalidad. Los elogios no tardaron en llegar por parte de quienes valoraban esa aproximación completamente agresiva y sin compromisos al sonido extremo. Se le reconoció por su atmósfera densa, oscura y, sobre todo, por su autenticidad. Infernal War no estaba tratando de agradar a todos ni de venderse como una banda “accesible”. Al contrario, estaban decididos a tocar una música que desafiara tanto a la escena musical como a las expectativas del público. La crítica lo aplaudió por ser feroz y desafiante.

Pero como sucede en la mayoría de los casos, no todo el mundo estaba tan emocionado con Terrorfront. Algunos lo criticaron por lo que consideraron una falta de variación. Después de todo, la propuesta de Infernal War es tan implacable y directa que para algunos puede sonar monótona. Cierto, la banda no juega mucho con la dinámica, y todo el álbum parece estar construyendo un único momento de furia continua. Para los puristas del género, esta es una característica aplaudida, pero para los oyentes que buscaban algo de complejidad o variación en la estructura, Terrorfront podría haber sido una experiencia un tanto agotadora. Sin embargo, esto es lo que hace que el disco funcione para quienes buscan justamente ese tipo de energía desenfrenada.

Hablando de las líricas, en este álbum, Infernal War no tiene miedo de mostrar su lado más oscuro y, en muchos casos, perturbador. Las letras son tan destructivas como la música misma, tratando temas como el nihilismo, la guerra, la destrucción y la muerte, todo envuelto en un manto de rabia y desesperanza. La banda juega con una atmósfera sombría que se refleja en sus letras, las cuales están cargadas de violencia y rebelión. La sensación de estar en medio de un conflicto bélico, donde la humanidad se ha perdido por completo, se transmite con eficacia, casi como si el álbum fuera una especie de banda sonora para una guerra eterna.

Sin embargo, las líricas también fueron parte de la controversia en torno a Terrorfront. Infernal War es conocida por su actitud provocadora, y en este álbum, no fue la excepción. Algunos de los temas que se abordan fueron vistos por algunos como excesivamente violentos y nihilistas. La banda, que ya tenía fama de ser polémica, no escatimó en hacer declaraciones que desafiaban las convenciones sociales y políticas, lo que les valió críticas de quienes sentían que estaban cruzando una línea al explorar estas temáticas de manera tan directa. La música y las letras del disco no solo representaban una condena hacia la sociedad, sino también un desafío a los que intentaban limitar la libertad de expresión en el arte. Es un álbum que no se siente cómodo con el conformismo, y esa actitud de “haz lo que quieras” fue clave en su creación.

Instrumentalmente, Terrorfront es como una avalancha de sonido que te golpea en la cara y no te deja ir. La batería, rápida y con un blast beat frenético, casi no da descanso. Los riffs de guitarra están impregnados de esa distorsión sucia característica del black metal, pero con un toque de brutalidad más propia del death metal, lo que crea una atmósfera siniestra y agresiva. Los solos, aunque raros, son punzantes y añaden un toque de caos a la estructura, en lugar de darle alguna sensación de orden. Lo que destaca en la instrumentación de Terrorfront es la capacidad de la banda para hacer que cada sección, por más destructiva que sea, se mezcle perfectamente con la siguiente. Todo parece estar al servicio de crear una sensación de tensión constante.

En cuanto a su legado, Terrorfront es uno de esos álbumes que, a pesar de su divisividad, logró consolidarse como un pilar del blackened death metal de su época. Para los fanáticos del metal extremo, este álbum sigue siendo un referente en términos de energía cruda y sin adornos. A lo largo de los años, se ha mantenido como una obra fundamental para aquellos que buscan ese tipo de música que no se anda con rodeos, que te habla de la oscuridad en sus términos más duros. Aunque no fue un éxito comercial masivo, el impacto que tuvo dentro de la comunidad metalera no puede subestimarse.

En resumen, Terrorfront de Infernal War es un álbum que encapsula la furia y la oscuridad del metal extremo en su forma más pura. Con líricas provocadoras, instrumentación brutal y una actitud que no pide disculpas, este disco es para aquellos que buscan algo que los desafíe y los golpee sin descanso. Con sus altibajos en cuanto a recepción crítica, pero con un legado que perdura, Terrorfront es una obra que sigue siendo tan polémica como fascinante. Si eres fan del metal extremo y no tienes miedo de adentrarte en lo más oscuro, este álbum debería estar en tu radar.

Cryptopsy "Blasphemy Made Flesh" (1994)


Cuando Blasphemy Made Flesh de Cryptopsy vio la luz en 1994, el mundo del death metal recibió un golpe directo a la mandíbula. Este no era un álbum común y corriente dentro del género; era una declaración de guerra contra lo convencional, un testamento de brutalidad sin concesiones. La banda canadiense entró en escena con un debut que, aunque aún mostraba ciertos elementos crudos y sin pulir, ya contenía todos los ingredientes que los convertirían en una de las fuerzas más imponentes del metal extremo.

Desde su lanzamiento, la recepción del álbum fue una mezcla de asombro y temor. Para los fans del death metal técnico, Blasphemy Made Flesh fue un festín de velocidad y caos bien organizado. Las revistas especializadas lo elogiaron por su agresión sin filtros y la destreza instrumental de la banda, pero también hubo quienes lo encontraron demasiado extremo incluso para los estándares del género. Mientras que muchas bandas de death metal de los 90 apostaban por una producción más limpia y un enfoque más estructurado, Cryptopsy abrazó la cacofonía y la complejidad con una ferocidad inigualable.

Los fans quedaron divididos en dos bandos: aquellos que vieron en este álbum un nuevo estándar de brutalidad y los que pensaban que era una demostración excesiva de técnica sin alma. Sin embargo, con el paso del tiempo, la opinión general se inclinó hacia la primera opción, y Blasphemy Made Flesh se consolidó como una piedra angular del death metal técnico. En retrospectiva, es difícil negar el impacto que tuvo en la evolución del género y en la influencia que ejerció sobre generaciones de músicos extremos.

Hablemos de la instrumentación, porque aquí es donde Cryptopsy se separa del resto de la manada. Flo Mounier, el baterista, prácticamente redefine lo que significa tocar death metal. Su velocidad y precisión en este álbum son una locura total, con un ataque implacable que combina blasts, fills vertiginosos y patrones impredecibles que dejan sin aliento. En aquel entonces, pocos bateristas podían igualar su ferocidad y creatividad, convirtiéndolo en una de las mayores influencias para futuros músicos de metal extremo.

Las guitarras, a cargo de Jon Levasseur y Steve Thibault, no se quedan atrás. Los riffs son caóticos pero inteligentemente construidos, y aunque el sonido es más sucio y menos pulido que en discos posteriores, la violencia de la ejecución hace que cada nota golpee como un mazo. La combinación de riffs técnicos con un enfoque casi jazzístico en algunos pasajes creó un estilo que, aunque aún no había alcanzado su máxima expresión, ya mostraba el potencial de la banda.

El bajo de Martin Fergusson, aunque en momentos puede quedar sepultado bajo la avalancha sónica de las guitarras y la batería, aporta una profundidad oscura y un groove que mantiene todo en su lugar. Es una lástima que su presencia no sea más prominente en la mezcla, porque su papel es esencial para el sonido caótico pero estructurado del álbum.

Y luego está la voz de Lord Worm, el enigmático y aterrador frontman que, en este disco, entrega una de las interpretaciones vocales más extremas jamás registradas. Su estilo es un híbrido entre gruñidos profundos y chillidos inhumanos, con una dicción prácticamente inexistente que convierte su voz en un instrumento más dentro del caos sonoro. Su manera de interpretar las letras le da un aire aún más visceral al álbum, reforzando la sensación de estar atrapado en una pesadilla sonora.

Las letras de Blasphemy Made Flesh son tan retorcidas como cabría esperar de una banda con un vocalista llamado Lord Worm. Aquí no hay metáforas elegantes ni historias elaboradas: lo que tenemos son imágenes brutales de muerte, tortura y depravación. El álbum no pretende ser filosófico ni introspectivo; su único propósito es sumergir al oyente en un mar de horror sin filtros. Esto, por supuesto, generó su buena dosis de controversia, especialmente en una época en la que el death metal todavía era visto con sospecha por la prensa y los sectores más conservadores.

Pero si hay algo que hace que Blasphemy Made Flesh destaque por encima de otros discos extremos de la época, es su legado. Este álbum marcó el inicio de una de las carreras más respetadas dentro del death metal técnico y puso las bases para lo que vendría después con None So Vile, considerado por muchos como el pináculo del género. Sin este debut, Cryptopsy no habría evolucionado hasta convertirse en la leyenda que es hoy.

En términos de influencia, el impacto de Blasphemy Made Flesh es innegable. Bandas como Origin, Beneath The Massacre y Archspire han reconocido la influencia de Cryptopsy en su sonido, y muchos bateristas citan a Flo Mounier como una de sus principales inspiraciones. A pesar de que el álbum no gozó de una gran producción ni de un respaldo comercial significativo, su importancia dentro del metal extremo solo ha crecido con los años.

Por supuesto, no todo en Blasphemy Made Flesh es perfecto. La producción es cruda, incluso para los estándares de la época, y hay momentos en los que la mezcla hace que ciertos instrumentos se pierdan en el caos. Para algunos oyentes, la falta de una estructura más definida en las canciones puede hacer que el álbum se sienta abrumador y difícil de digerir. Pero estos detalles, lejos de ser defectos, son parte del encanto del disco: es un ataque sin piedad, sin concesiones y sin la más mínima intención de ser accesible.

En conclusión, Blasphemy Made Flesh es un disco que representa todo lo que el death metal extremo debería ser: rápido, brutal, técnico y completamente despiadado. No es un álbum para cualquiera, y definitivamente no es el punto de entrada ideal para quienes no están acostumbrados al death metal más abrasivo. Pero para aquellos que buscan un sonido sin compromiso, este disco es un clásico indiscutible. Cryptopsy llegó con este debut para demostrar que la brutalidad no tenía límites, y casi 30 años después, su impacto sigue intacto.

Si alguna vez te has preguntado cómo suena el caos organizado en su máxima expresión, Blasphemy Made Flesh tiene la respuesta.

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