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Cocteau Twins "Heaven or Las Vegas" (1990)


Si alguna vez existió un disco que pareciera hecho de nubes, espejismos y sueños, ese es Heaven or Las Vegas de Cocteau Twins. Es un viaje etéreo donde cada sonido parece flotar entre la realidad y la ensoñación. Lanzado en 1990, este álbum marcó un punto culminante en la carrera de la banda escocesa, capturando la esencia más pura del dream pop y envolviendola en una neblina luminosa de guitarras repletas de reverb, bajos que hipnotizan y la voz celestial de Elizabeth Fraser, quien canta en un idioma que a veces es inglés, a veces es algo más profundo y desconocido.

Desde el principio, Heaven or Las Vegas se sintió como un misterio sonoro. La crítica lo recibió con los brazos abiertos, viéndolo como la mejor síntesis del sonido Cocteau Twins. Más accesible que sus trabajos anteriores, pero sin perder la magia y la melancolía, este álbum fue un punto de inflexión. De repente, la banda, que siempre había sido un culto secreto entre los seguidores del post-punk más etéreo, tenía un disco que se sentía casi pop sin sacrificar su esencia. Y los fans lo entendieron al instante. Se convirtió en un favorito, en una pieza clave para cualquiera que buscara perderse en un universo donde el tiempo se diluye en colores sonoros.

El legado de Heaven or Las Vegas es inmenso. No solo consolidó a Cocteau Twins como una banda imprescindible de su época, sino que su influencia ha sido tan duradera que sigue resonando en la música actual. Bandas de shoegaze, dream pop e incluso del indie rock más contemporáneo han tomado prestadas sus texturas vaporosas, su manera de tratar la voz como un instrumento más y su capacidad de hacer que una canción no se escuche, sino que se sienta. Artistas como Beach House, M83 y Slowdive han citado a este disco como una obra clave en su desarrollo artístico.

Las letras del álbum son un caso especial. Si bien Elizabeth Fraser nunca ha sido de escribir canciones con mensajes explícitos, en Heaven or Las Vegas hay una sensación más emocional y personal que en sus discos anteriores. Su relación con Robin Guthrie estaba en una etapa complicada debido a sus problemas con las drogas, y al mismo tiempo, ella estaba experimentando la maternidad por primera vez. Esos sentimientos de amor, pérdida, esperanza y confusión se filtran en la música, aunque sus palabras sean casi indescifrables. La magia de Fraser es que no necesitas entender exactamente lo que dice para sentir cada emoción como si fuera propia.

La instrumentación es una sinfonía de sonidos que parecen haber sido grabados en un universo alterno. Las guitarras de Robin Guthrie son puro reverb, delays interminables y capas que se apilan una sobre otra hasta crear un colchón de sonido en el que es imposible no sumergirse. El bajo de Simon Raymonde es el ancla, el pulso que mantiene la música en la tierra, dándole una calidez y profundidad que impide que la música se disuelva en el aire. Y la batería, aunque programada en algunas partes, tiene un ritmo hipnótico que guía la experiencia sin necesidad de ser protagonista. Todo en este disco está perfectamente equilibrado, como si cada elemento supiera exactamente dónde estar para crear la atmósfera perfecta.

Aunque Heaven or Las Vegas es un álbum amado y respetado, no estuvo exento de ciertos conflictos. La grabación se llevó a cabo en un momento difícil para la banda, con la adicción de Guthrie afectando la dinámica del grupo y con Fraser lidiando con su nueva maternidad. Sin embargo, de esa tensión nació algo casi milagroso: un disco que destila tanto fragilidad como fortaleza, tanto euforia como tristeza. Es una paradoja en sí mismo, como su título lo sugiere: el cielo o Las Vegas, lo celestial y lo artificial, lo puro y lo decadente.

A más de tres décadas de su lanzamiento, Heaven or Las Vegas sigue siendo una obra maestra. Es un álbum que no envejece, que suena tan moderno y etéreo hoy como lo hizo en 1990. Es el tipo de música que no solo se escucha, sino que se siente en la piel, en los huesos, en la memoria de sueños que aún no hemos tenido.


 

Dio "Lock Up the Wolves" (1990)


Si algo caracterizó a Ronnie James Dio a lo largo de su carrera, fue su capacidad para reinventarse sin perder la esencia de su estilo. Con Lock Up the Wolves (1990), el icónico vocalista regresó con una formación completamente renovada, marcando un punto de inflexión en la trayectoria de su banda. Este disco fue un cambio considerable respecto a sus trabajos anteriores, y aunque mantuvo su característico sonido de heavy metal, incorporó matices distintos que dividieron opiniones entre la crítica y los fans.

Cuando Lock Up the Wolves salió al mercado, la recepción fue dispar. Algunos críticos lo vieron como una evolución natural dentro de la discografía de Dio, mientras que otros lo consideraron una apuesta arriesgada que no terminaba de funcionar del todo. La crítica reconoció el talento de la nueva alineación, en especial del joven guitarrista Rowan Robertson, quien con apenas 17 años demostró un nivel técnico impresionante. Sin embargo, hubo quienes sintieron que la química entre los músicos no alcanzaba la magia de las primeras alineaciones de la banda.

Para los fans, el disco fue un tema de debate. Mientras algunos apreciaron el intento de modernizar el sonido de Dio sin traicionar su identidad, otros extrañaban la energía y cohesión de álbumes como Holy Diver (1983) o The Last in Line (1984). Con el tiempo, Lock Up the Wolves ha ganado más reconocimiento y es visto como un disco sólido, aunque no tan celebrado como los clásicos de la banda.

El impacto de Lock Up the Wolves en la discografía de Dio es interesante. No es un disco que se mencione con la misma frecuencia que sus primeros trabajos, pero sí marcó una transición importante. Fue el último álbum de la banda antes de la breve reunión de Ronnie con Black Sabbath en Dehumanizer (1992), lo que hizo que muchos lo vieran como una especie de despedida temporal.

A pesar de no ser el disco más influyente de Dio, Lock Up the Wolves dejó huella en aquellos que apreciaron su enfoque más maduro y contenido. Ha sido revalorizado con el tiempo, y aunque nunca alcanzará el estatus de Holy Diver, es un testimonio de la versatilidad de Ronnie James Dio y su constante búsqueda por evolucionar sin perder su esencia.

Uno de los puntos más interesantes del álbum es su lírica. Como era de esperarse de Dio, las canciones están impregnadas de referencias místicas, batallas entre el bien y el mal, y esa carga de rebeldía casi legendaria que caracterizó su estilo. Sin embargo, en Lock Up the Wolves se percibe un tono más sombrío y reflexivo en comparación con trabajos anteriores.

La sensación general es de lucha, resistencia y un cierto desencanto con la realidad, algo que podía reflejar el estado de ánimo de Dio en ese momento. A diferencia de los himnos clásicos de guerreros y criaturas fantásticas, aquí hay un enfoque más introspectivo, lo que le da una identidad propia dentro de su discografía.

A nivel instrumental, Lock Up the Wolves se aleja un poco de la agresividad y dinamismo de los primeros discos de Dio. Aquí encontramos un sonido más pesado y denso, con un ritmo más pausado y atmósferas que recuerdan al blues rock en algunos momentos. Rowan Robertson aporta una frescura interesante con su trabajo en la guitarra, combinando riffs pesados con solos melódicos bien elaborados.

La base rítmica también es diferente a lo que la banda había hecho antes. Simon Wright en la batería ofrece un estilo más contundente, aunque menos explosivo que lo que Vinny Appice había hecho en discos previos. El bajo de Teddy Cook complementa bien la estructura del álbum, aunque sin destacar demasiado.

Uno de los aspectos más discutidos del disco es su tempo. Muchas de las canciones tienen una estructura más relajada, lo que algunos fans interpretaron como falta de energía. Sin embargo, esto también permite que las canciones tengan un mayor enfoque en la atmósfera y el sentimiento, algo que Dio aprovechó con su inconfundible voz para darle a cada tema una intensidad emocional particular.

A pesar de no ser un álbum particularmente controversial, Lock Up the Wolves generó cierta división entre los fans debido a la renovación total de la alineación. Ronnie James Dio siempre fue un líder fuerte y carismático, pero cambiar a toda la banda significó un riesgo enorme. Muchos seguidores extrañaron la química de los músicos anteriores y sintieron que el disco, aunque bien ejecutado, carecía de la magia de las primeras formaciones.

Otro punto que generó discusión fue el sonido del álbum. Mientras que algunos lo vieron como una evolución natural, otros lo consideraron demasiado lento o carente de la fuerza de los clásicos de Dio. La producción también fue objeto de debate, ya que optó por un sonido más limpio y menos crudo, algo que no convencía del todo a los fans del heavy metal más tradicional.

Lock Up the Wolves es un disco que ha ganado respeto con el tiempo, pero sigue siendo una obra algo subestimada dentro de la discografía de Dio. No es su trabajo más icónico ni el más agresivo, pero tiene una identidad propia que lo hace destacar. Es un álbum más oscuro, más introspectivo y con una instrumentación que le da un aire fresco a la discografía de la banda.

Si bien la falta de algunos elementos clásicos de Dio pudo haber desilusionado a algunos seguidores en su momento, aquellos que le dieron una oportunidad sin expectativas previas encontraron un disco bien trabajado, con una gran interpretación vocal y momentos instrumentales interesantes. No será el Holy Diver de su generación, pero es una pieza importante en la evolución de Ronnie James Dio y una muestra de que nunca tuvo miedo de arriesgarse.

Celtic Frost "Vanity / Nemesis" (1990)


Si hay una banda que siempre ha desafiado las expectativas dentro del metal extremo, esa es Celtic Frost. Con Vanity/Nemesis, lanzado en 1990, la banda intentó redimirse después del desastre que fue Cold Lake (1988), un experimento fallido con el glam metal que alienó a muchos de sus seguidores. En este álbum, Tom G. Warrior y compañía buscaron volver a sus raíces más pesadas, pero sin abandonar del todo la experimentación que siempre los caracterizó. ¿Lograron su objetivo? La respuesta es más compleja de lo que parece.

Cuando Vanity/Nemesis salió, la recepción fue mixta. Para algunos, era una mejora considerable respecto a Cold Lake, pero para otros, aún no recuperaba del todo la esencia oscura y pesada de To Mega Therion (1985) o Into the Pandemonium (1987). La crítica, en su mayoría, reconoció el esfuerzo de la banda por volver a un sonido más agresivo, aunque con una producción más pulida y un enfoque más accesible en algunos momentos.

Los fans de la vieja escuela estaban divididos. Algunos lo vieron como una redención parcial, mientras que otros todavía no perdonaban a la banda por su coqueteo con el glam metal. Con el tiempo, el álbum ha ganado más respeto y se le reconoce como una obra que, si bien no alcanzó la genialidad de sus mejores discos, sí marcó el final de una era para Celtic Frost y dejó una huella interesante en su evolución musical.

El impacto de Vanity/Nemesis es difícil de medir. No es el disco más influyente de Celtic Frost, pero sí ayudó a cerrar un capítulo complicado en su historia. Aunque la banda no logró recuperar del todo la gloria de sus primeros años, este álbum sí pavimentó el camino para lo que vendría después con la resurrección de Celtic Frost en la década del 2000 con Monotheist (2006).

En términos de legado, el álbum se convirtió en una referencia para muchas bandas que buscaban equilibrar la agresividad del metal extremo con elementos más melódicos y sofisticados. Aunque no es citado tan a menudo como To Mega Therion o Into the Pandemonium, sigue siendo un testimonio de la ambición artística de Tom G. Warrior y de su negativa a repetirse a sí mismo.

Uno de los puntos fuertes de Vanity/Nemesis es su lírica. A diferencia de Cold Lake, donde las letras eran genéricas y carecían de profundidad, aquí encontramos un regreso a las temáticas más oscuras e introspectivas. Hay una fuerte carga filosófica y existencialista en muchas canciones, explorando temas como la corrupción, la decadencia humana y el conflicto entre el hedonismo y la autodestrucción.

El título del álbum refleja bien este contraste: Vanity/Nemesis sugiere una lucha entre el ego y las consecuencias de los excesos. Es un disco que, aunque no alcanza la misma densidad conceptual de Into the Pandemonium, tiene momentos en los que se percibe una introspección genuina por parte de Tom G. Warrior, como si estuviera exorcizando los demonios de la etapa más criticada de la banda.

A nivel instrumental, Vanity/Nemesis es un álbum sólido, aunque con una producción más limpia y accesible que sus primeros trabajos. Las guitarras tienen un sonido más refinado, pero aún conservan cierta crudeza en los riffs. Se nota un esfuerzo por equilibrar la agresividad con estructuras más elaboradas, lo que da como resultado un disco que se siente dinámico, aunque menos caótico que los trabajos previos de la banda.

La batería es precisa, aunque sin la ferocidad que caracterizaba a los primeros discos. El bajo cumple su función, aportando una base sólida sin destacar demasiado. Pero donde realmente brilla este álbum es en las guitarras: los solos están bien ejecutados y hay momentos en los que el trabajo de Tom G. Warrior logra capturar la esencia de la vieja escuela de Celtic Frost, aunque con una producción más moderna para la época.

Si bien no es el disco más innovador de la banda, sí tiene momentos de brillantez instrumental que muestran que todavía quedaba fuego en Celtic Frost, incluso después del desastre que fue Cold Lake.

No se puede hablar de Vanity/Nemesis sin mencionar la sombra de Cold Lake. Aunque este álbum fue un intento de recuperación, muchos fans aún estaban enojados por la dirección que había tomado la banda en 1988. Algunos consideraban que este nuevo disco era una reacción tardía, un intento desesperado de recuperar credibilidad en la escena metalera.

Otro punto de controversia fue la inclusión de ciertos elementos más accesibles en la producción y composición. Aunque el disco es más pesado que Cold Lake, todavía tiene un sonido más refinado que los primeros trabajos de Celtic Frost, lo que hizo que algunos fans lo vieran con escepticismo. La banda estaba en una encrucijada: demasiado pesada para el público más comercial, pero no lo suficientemente extrema para los seguidores más acérrimos del metal underground.

Vanity/Nemesis es un disco que merece más reconocimiento del que a menudo recibe. No es el mejor trabajo de Celtic Frost, pero sí es una obra que muestra a una banda tratando de encontrar su camino después de una crisis de identidad. Con una producción más pulida, letras más profundas y una instrumentación sólida, este álbum logró rescatar parte del respeto que la banda había perdido con Cold Lake.

Con el tiempo, muchos fans han reevaluado este disco y lo han reconocido como un paso necesario en la evolución de Celtic Frost. No es tan radicalmente innovador como Into the Pandemonium, ni tan aplastante como To Mega Therion, pero es un testimonio del espíritu de una banda que nunca quiso hacer lo mismo dos veces. Es un álbum que merece ser escuchado con mente abierta, sin las expectativas de los primeros discos, pero con la disposición de apreciar su complejidad y su intención de reconciliación con los seguidores de siempre.


 

Death "Spiritual Healing" (1990)


Si hay un punto de quiebre en la evolución del death metal, Spiritual Healing de Death, lanzado en 1990, es sin duda uno de los momentos clave. Chuck Schuldiner, el cerebro detrás de la banda, ya había revolucionado el metal extremo con Scream Bloody Gore (1987) y Leprosy (1988), pero este tercer disco marcó un cambio drástico en su forma de componer y en la dirección que tomaría el género. Aunque en su momento no fue recibido con la misma reverencia que sus predecesores o sus sucesores, con el tiempo Spiritual Healing se ha convertido en una piedra angular del death metal técnico y progresivo.

Cuando Spiritual Healing salió al mercado, la recepción fue un tanto dividida. Algunos puristas del death metal lo consideraron una desviación del sonido crudo y violento de los primeros discos, mientras que otros reconocieron el avance técnico y la mayor sofisticación en la composición. En retrospectiva, la mayoría de los fans y críticos concuerdan en que este álbum fue esencial para la evolución del death metal y para abrir la puerta a propuestas más técnicas dentro del género.

En su lanzamiento, las revistas de metal de la época lo elogiaron por su producción más pulida y su complejidad musical, aunque algunos reseñistas sintieron que había perdido un poco de la brutalidad de Leprosy. Sin embargo, con el tiempo, su estatus ha crecido y hoy en día es considerado un clásico absoluto del metal extremo.

No se puede hablar del legado del death metal sin mencionar Spiritual Healing. Si bien Death ya era una banda respetada, este disco mostró un Schuldiner más ambicioso, alguien que estaba listo para llevar el género más allá del típico machaqueo gutural y de los temas de horror gore. Spiritual Healing sirvió como puente entre la crudeza de los primeros años y la complejidad progresiva que vendría en álbumes como Human (1991) y Individual Thought Patterns (1993). Bandas como Cynic, Atheist, Obscura y Beyond Creation deben mucho a la experimentación que Schuldiner empezó en este álbum.

Además, Spiritual Healing demostró que el death metal podía abordar temas líricos más serios sin perder su identidad. Su influencia se siente en incontables bandas que tomaron inspiración tanto en su música como en sus letras más maduras y elaboradas.

Si los primeros discos de Death estaban repletos de zombies, asesinatos y horror gráfico, en Spiritual Healing Schuldiner dio un giro temático enorme. Las letras comenzaron a centrarse en temas más sociales y filosóficos, abordando problemas como la hipocresía religiosa, la manipulación mediática y los peligros de la ignorancia.

El título del álbum no es casualidad: Spiritual Healing (Sanación Espiritual) parece una burla a los charlatanes religiosos que explotan a los más vulnerables. Es un disco que refleja una creciente madurez en la visión de Schuldiner sobre el mundo y la sociedad. La violencia lírica sigue presente, pero esta vez canalizada a través de un lente más crítico y reflexivo.

Este cambio no solo influyó en la evolución de Death, sino que también sirvió como referencia para bandas que buscaban alejarse de la típica imaginería del death metal sin perder su intensidad.

A nivel musical, Spiritual Healing es una bestia completamente diferente a los dos discos anteriores de Death. La producción es más nítida y los arreglos más elaborados, lo que permitió a la banda jugar con estructuras más dinámicas y riffs más técnicos. Rick Rozz dejó la banda y fue reemplazado por James Murphy (ex-Agent Steel, futuro Obituary y Testament), cuyo estilo de guitarra solista agregó una nueva dimensión al sonido de Death.

Murphy y Schuldiner crearon una de las mejores duplas de guitarras en la historia del death metal. En este disco, los solos ya no son meras ráfagas de velocidad y caos, sino que tienen un sentido melódico y expresivo que anticipa la dirección progresiva que Chuck exploraría en los siguientes años. Los riffs, aunque siguen siendo brutales, están más trabajados y muestran una clara evolución en la técnica de Schuldiner.

Bill Andrews en la batería hace un trabajo sólido, aunque no tan impresionante como el que vendría con los futuros bateristas de la banda. Terry Butler en el bajo cumple su papel, pero tampoco se luce demasiado. En general, es Chuck y Murphy quienes dominan el álbum con su ejecución impecable y su química instrumental.

A pesar de su impacto y legado, Spiritual Healing no estuvo exento de polémica. Primero, la ruptura entre Chuck Schuldiner y los demás miembros de la banda fue cada vez más evidente. Schuldiner siempre tuvo fama de ser un perfeccionista difícil de complacer, y para la época de Spiritual Healing ya empezaba a distanciarse de sus compañeros. Esto llevó a cambios constantes en la alineación de Death, algo que se volvería una constante en la historia de la banda.

Otro punto de controversia fue el arte de la portada. El diseño de Ed Repka mostraba a un evangelista manipulador rodeado de seguidores hipnotizados, una crítica directa a la corrupción en el ámbito religioso. Esto generó ciertas quejas, aunque en comparación con otras portadas del death metal, Spiritual Healing no era ni remotamente escandalosa. Sin embargo, reforzó la imagen de Death como una banda que no solo hacía música extrema, sino que también tenía algo que decir.

A lo largo de los años, Spiritual Healing ha pasado de ser un álbum subestimado a ser reconocido como una obra clave en la historia del death metal. No solo muestra una madurez musical y lírica en la carrera de Chuck Schuldiner, sino que también ayudó a dar forma a toda una nueva vertiente del género. La combinación de brutalidad con melodía, las temáticas más profundas y la evolución técnica hacen de este disco una pieza esencial para cualquier fan del metal extremo.

A pesar de no ser el álbum más agresivo de Death, ni el más progresivo, Spiritual Healing representa el momento en que Schuldiner decidió que el death metal podía ser algo más que puro caos y violencia. Es el punto medio perfecto entre la crudeza de Leprosy y la sofisticación de Human. En definitiva, un disco que sigue vigente y que merece ser reconocido como un pilar del death metal.


 

Morgoth "The Eternal Fall" (1990)


Morgoth: Un Clásico del Death Metal Alemán, "The Eternal Fall", lanzado en 1990, es un EP que consolidó a Morgoth como una de las bandas más importantes del death metal alemán. Este trabajo es un testimonio de la crudeza y la intensidad que caracterizaron a la escena del death metal a principios de los 90.

El sonido de "The Eternal Fall" es denso y brutal, con riffs de guitarra pesados y una atmósfera oscura y opresiva. La producción del EP es cruda y directa, lo que realza la intensidad de la música. La sección rítmica, con Marc Grewe en la voz, es contundente y agresiva, proporcionando una base sólida para los riffs de guitarra y los solos.

Marc Grewe ofrece una actuación vocal gutural y visceral en "The Eternal Fall". Su voz es profunda y poderosa, transmitiendo la agresividad y la oscuridad de la música. Grewe se adapta perfectamente al sonido brutal del EP, y sus letras, a menudo de temática oscura y perturbadora, complementan la música de manera efectiva.

Las guitarras de Morgoth son el corazón de "The Eternal Fall". Los riffs son pesados y agresivos, creando una atmósfera densa y opresiva. Los solos son técnicos y caóticos, añadiendo una capa adicional de intensidad a la música. Morgoth demuestra su habilidad para crear música brutal y técnica, y su sonido distintivo es reconocible al instante.

"The Eternal Fall" recibió críticas positivas en su lanzamiento. Los críticos elogiaron la crudeza y la intensidad de la música, así como la calidad de las composiciones y las actuaciones de la banda. El EP fue un éxito entre los fans del death metal, consolidando a Morgoth como una de las bandas más importantes de la escena alemana.

Con el tiempo, "The Eternal Fall" ha ganado reconocimiento como un clásico del death metal alemán. Los fans aprecian la crudeza y la intensidad del sonido, así como la calidad de las composiciones y las actuaciones de la banda. El EP ha sido reeditado varias veces, y sigue siendo un favorito entre los fans de Morgoth y del death metal en general.

Las letras de "The Eternal Fall" exploran temas oscuros y perturbadores, como la muerte, la violencia y la locura. Grewe utiliza un lenguaje visceral y directo, creando imágenes vívidas y atmósferas inquietantes. Las letras complementan la música de manera efectiva, añadiendo una capa adicional de profundidad y significado al EP.

La instrumentación de "The Eternal Fall" es pesada y brutal, con riffs de guitarra agresivos, una sección rítmica contundente y voces guturales. La producción del EP es cruda y directa, realzando la intensidad de la música. El sonido general es oscuro y opresivo, creando una atmósfera densa y perturbadora.

"The Eternal Fall" no generó mucha controversia en su lanzamiento. Sin embargo, su temática oscura y sus letras explícitas pueden resultar perturbadoras para algunos oyentes.

Una curiosidad interesante sobre el EP es que fue grabado en los estudios Woodhouse en Hagen, Alemania, el mismo estudio donde bandas como Kreator y Sodom grabaron algunos de sus álbumes más importantes.

"The Eternal Fall" es un EP esencial para cualquier fan del death metal alemán. Es un testimonio de la crudeza y la intensidad que caracterizaron a la escena a principios de los 90. Si eres fan de Morgoth o del death metal en general, te recomiendo que le des una oportunidad a este EP. ¡No te decepcionará!

Impetigo "Ultimo Mondo Cannibale" (1990)


La obra Ultimo Mondo Cannibale de Impetigo es una experiencia visceral que desata una tormenta de controversia y provocación. Este álbum, lanzado en 1990, se adentra en los rincones más oscuros de la mente humana, explorando temáticas de violencia, canibalismo y lo grotesco. A través de sus letras y composiciones, la banda no solo desafía los límites del género, sino que también invita a una reflexión inquietante sobre la naturaleza humana y sus instintos más primitivos.

La crítica hacia la cultura de la violencia y el horror es palpable, lo que genera debates sobre la responsabilidad del arte en la representación de tales temáticas. A pesar de la polémica que rodea su contenido, Ultimo Mondo Cannibale se presenta como un comentario mordaz sobre la fascinación de la sociedad por el morbo y lo macabro, creando un choque entre el arte y el espectador que no puede ser ignorado.

La portada del álbum es igualmente impactante y se suma a la experiencia inquietante que ofrece. Con una estética cruda y perturbadora, captura la esencia del contenido musical, complementando el mensaje que la banda busca transmitir. La imagen gráfica, con su simbolismo visceral, refuerza la idea de que la realidad a menudo es más aterradora que la ficción, convirtiéndose en un ícono dentro del mundo del metal extremo.

Ultimo Mondo Cannibale no es solo un álbum; es una declaración audaz que invita a cuestionar y confrontar los aspectos más oscuros de nuestra existencia. En este sentido, Impetigo logra crear un trabajo que trasciende el mero entretenimiento, convirtiéndose en una obra que provoca discusión y reflexión en su audiencia. 

Nocturnus "The Key" (1990)


En el vasto universo del death metal, donde la brutalidad y la técnica se entrelazan para formar un estilo musical inconfundible, pocas bandas han osado desafiar las normas con una visión tan innovadora como Nocturnus. Su álbum debut, The Key, lanzado en 1990, no solo marcó un hito en el género, sino que también expandió las fronteras de lo que se podía lograr en términos de composición, atmósfera y narrativa dentro del metal extremo.

Desde sus inicios, Nocturnus ya era una banda destinada a romper esquemas. Fundada por Mike Browning, exbaterista y vocalista de Morbid Angel, la agrupación incorporó un elemento que hasta ese momento era prácticamente impensable en el death metal: los teclados. Mientras que otras bandas se enfocaban en una brutalidad cruda y sin adornos, Nocturnus optó por añadir un componente sinfónico y futurista, creando un sonido único que los separaba del resto de la escena.

The Key no es simplemente un álbum de death metal con teclados. Es una obra cuidadosamente construida donde cada instrumento desempeña un papel fundamental en la narrativa sonora. Las guitarras agresivas y técnicas, combinadas con la precisión de la batería y la presencia enigmática de los sintetizadores, crean un ambiente casi cinematográfico que transporta al oyente a un futuro distópico lleno de caos y tecnología.

Lo que hace que The Key sea aún más fascinante es su concepto lírico. En lugar de seguir los temas típicos de la época, como la muerte, el satanismo o la brutalidad sin sentido, el álbum presenta una historia de ciencia ficción con matices esotéricos. La trama sigue a un cyborg que viaja en el tiempo con la misión de destruir el cristianismo antes de su nacimiento, alterando así el curso de la historia y sumiendo al mundo en un reinado de conocimiento oculto y tecnología avanzada.

Esta narrativa única, influenciada por el ocultismo, la ciencia ficción y la especulación filosófica, le otorga al álbum una profundidad rara vez vista en el death metal de la época. Mientras bandas como Death o Obituary exploraban temas más convencionales dentro del género, Nocturnus se aventuró en un territorio completamente distinto, desafiando a sus oyentes con una historia que invita tanto a la reflexión como al headbanging.

La producción de The Key es un reflejo de su ambición. Grabado en los legendarios Morrisound Studios, donde se gestaron muchos de los álbumes más icónicos del death metal de Florida, el disco cuenta con una mezcla que, si bien no es perfecta, logra capturar la esencia de la banda.

Uno de los aspectos más impresionantes del álbum es la integración de los teclados. En lugar de ser un mero adorno o un elemento de fondo, estos juegan un papel activo en la construcción de la atmósfera. Aportan una sensación de grandiosidad y misterio, contrastando con la agresividad de las guitarras y la percusión.

Las guitarras están cargadas de riffs técnicos y veloces, con solos que se sienten como destellos eléctricos en medio de una tormenta cibernética. La batería de Mike Browning es potente y precisa, demostrando que es posible ser un vocalista efectivo sin sacrificar la complejidad rítmica.

A pesar de su innovación, The Key no fue un álbum que generara un éxito inmediato dentro de la escena del death metal. En su momento, muchos puristas del género vieron con escepticismo la inclusión de teclados y la temática de ciencia ficción, considerándolos innecesarios o fuera de lugar. Sin embargo, con el tiempo, la obra de Nocturnus ha sido reconocida como un hito pionero en el metal extremo.

Bandas posteriores, tanto dentro como fuera del death metal, han tomado inspiración de The Key para desarrollar sus propios sonidos. El metal progresivo, el death metal técnico y el black metal sinfónico han adoptado elementos de la experimentación que Nocturnus introdujo en este álbum, demostrando que su visión estaba adelantada a su tiempo.

Aunque Nocturnus nunca alcanzó la misma popularidad que otros gigantes del death metal, su influencia es innegable. Su enfoque arriesgado abrió puertas a nuevas formas de expresión dentro del género, demostrando que la brutalidad y la innovación no son mutuamente excluyentes.

The Key sigue siendo un álbum fascinante y único dentro del death metal. Su combinación de agresividad, experimentación y narración lo convierte en una obra que desafía los límites del género. Nocturnus demostró que el death metal podía ser más que solo velocidad y violencia; podía ser un vehículo para explorar ideas complejas y construir mundos sonoros que trascienden lo convencional.

A más de tres décadas de su lanzamiento, The Key sigue siendo un álbum que divide opiniones, pero su impacto en la evolución del metal extremo es innegable. Para aquellos que buscan algo más que la brutalidad tradicional en el death metal, este álbum es una puerta hacia una dimensión completamente nueva.

Root "Zjevení" (1990)


Si hablamos de los orígenes del black metal en Europa, casi siempre se menciona a Noruega como el epicentro, pero en las sombras de la Europa del Este, hubo bandas que estaban gestando algo igual de oscuro y blasfemo. Y ahí es donde entra Zjevení (1990), el debut de Root, una banda checa que, sin hacer demasiado ruido mediático, se convirtió en una de las agrupaciones más singulares del metal extremo.
Cuando salió Zjevení, el black metal estaba en plena mutación. El género todavía tenía muchas conexiones con el thrash y el heavy metal clásico, y lo que hacía Root no encajaba del todo en la ola de Mayhem, Darkthrone o Burzum, que estaban a punto de explotar en Noruega.
Por eso, la crítica especializada no supo muy bien qué hacer con este álbum. En los 90, si no eras de Escandinavia y no usabas corpse paint en todas las fotos promocionales, era difícil que las revistas occidentales de metal te dieran atención. En Europa del Este, donde la censura y las limitaciones económicas afectaban la escena, la distribución fue un problema. Sin embargo, en los círculos más extremos del underground, Root empezó a ganar una base de fans que los veía como los padrinos del black metal eslavo.
Con los años, Zjevení ha sido revalorizado. Hoy, muchos lo consideran una joya oculta del black metal primitivo, aunque también hay quienes lo ven más como un álbum de heavy/black con una vibra muy teatral.
Si hay algo que distingue a Zjevení es su misticismo. Mientras que otras bandas de black metal de la época apostaban por un satanismo caótico y directo, Root tenía una vibra más ritualista, casi chamánica. En lugar de simplemente gritar blasfemias, parecía que estaban invocando algo desde las profundidades de la Tierra.
El álbum está cantado en checo, lo que le da un toque aún más enigmático. Para quienes no hablan el idioma, la voz de Big Boss suena como si estuviera recitando hechizos en una lengua arcana, y aunque no entiendas una sola palabra, sientes que algo oscuro está pasando.
Las letras giran en torno a la mitología, lo oculto y, por supuesto, un anticristianismo que era especialmente arriesgado en un país que aún se recuperaba de la era comunista. No era el típico "hail Satan" que se veía en las bandas noruegas; Root tenía un enfoque más narrativo, como si estuvieran contando una historia de terror medieval.
Musicalmente, Zjevení no es el típico black metal escandinavo. Se nota que Root venía de una escuela más clásica, con influencias de bandas como Bathory, Venom e incluso algo de Black Sabbath. Aquí no hay blast beats incontrolables ni producción ultra lo-fi. Es un disco con una base más heavy y doom, pero con la crudeza del black metal naciente.
Si bien hoy en día hablar de satanismo en el metal no es nada nuevo, en 1990 la cosa era diferente, especialmente en Europa del Este, donde los cambios políticos aún estaban frescos y la religión volvía a ganar influencia tras la caída del comunismo.
Zjevení es un álbum que se adelantó a su tiempo en muchos aspectos. No es el típico disco de black metal de la época, y tal vez por eso no recibió el mismo nivel de atención que otros lanzamientos de 1990. Sin embargo, con los años ha demostrado ser una pieza clave en la historia del metal extremo, especialmente dentro de la escena de Europa del Este.
Si eres fan del black metal más primitivo pero con una vibra mística y teatral, este disco es una joya que vale la pena descubrir. No esperes una producción caótica ni un ataque sónico incesante; esto es más bien una invocación oscura, hecha con la precisión de alguien que sabe exactamente lo que está llamando desde el otro lado.
Root pudo haber sido más grande si hubieran nacido en Noruega o Suecia, pero su legado es innegable. Zjevení es la prueba de que el black metal no tiene una sola forma de manifestarse, y que, en las sombras de la historia, siempre hay discos esperando a ser descubiertos.


 

Reseña Destacada

Noctis Invocat ""Depressiva Vox Clamantis" (1998)

En la vasta y diversa escena del metal centroamericano, pocas bandas han logrado destacar y dejar una huella tan profunda como Noctis Invoca...